Fuente: Desgravado de YouTube.
En 1984, el Estado paraguayo ofreció dólares preferenciales a entidades financieras para créditos agrícolas. Horacio Cartes, a través de su casa de cambios, Cambios Amambay, adquirió 34 millones de dólares, beneficiándose de manera personal. Esta situación lo convirtió en un prófugo multimillonario, aunque se presentó ante la justicia después de la caída de la dictadura de Stroessner. Antes de entregarse, aseguró que solo recibiría una pena de seis meses de prisión. Gracias a varias chicanas judiciales, la causa en su contra fue extinguida en 2008.
En 2009, en su propiedad llamada "La Esperanza", se halló una avioneta con 16 mil kilos de marihuana. Ya en el año 2001, Papacho Viveros Cartes, tío de Horacio Cartes, fue detenido con 200 kilos de cocaína. Viveros Cartes fue procesado, condenado y extraditado a Paraguay, donde solo cumplió arresto domiciliario. En 2014, fue nuevamente detenido, esta vez en Uruguay, con 450 kilogramos de cocaína. Finalmente, en 2018, fue condenado a 8 años de prisión por tráfico y comercialización de drogas.
Más adelante, archivos filtrados por Wikileaks revelaron documentos de la DEA sobre el operativo "Corazón de Piedra". En esos informes, la agencia identificó a Horacio Cartes como uno de los principales lavadores de dinero del narcotráfico en Latinoamérica.
Luego, la justicia brasileña lo vincula como jefe del crimen organizado transnacional, implicado en operaciones de lavado de dinero junto con Darío Messer, su "hermano del alma", en el marco del mayor escándalo de corrupción de Latinoamérica, conocido como "Lava Jato". En 2009, Cartes, emprendió la búsqueda del poder político como una estrategia para protegerse de la justicia, afiliándose a la ANR, un partido que estaba en declive en ese momento. En 2011, mediante el uso de dinero, logró apoderarse del partido, modificar sus estatutos y postularse como candidato a la presidencia de la República.
Lino César Oviedo, quien dividía los votos dentro del Partido Colorado, falleció en un accidente aéreo. Para ese entonces, Cartes, un empresario del sector privado y vinculado al fútbol, fue presentado por los medios como un empresario exitoso. En 2008, alcanzó la presidencia de la República. Durante su gobierno, a través de su Fundación Ñande Paraguay, no escatimó en gastos para otorgar sobresueldos a parlamentarios del Partido Colorado y a varios de la oposición, asegurando así el apoyo a sus proyectos, algunos de los cuales eran inconstitucionales. El intento más emblemático fue su esfuerzo por perpetuarse en el poder, lo que provocó una indignación ciudadana que culminó en la quema del Congreso en marzo de 2017. Durante esos eventos, el joven Rodrigo Quintana fue asesinado por la policía en la sede del Partido Liberal.
Otro de los objetivos claros de Cartes, fue controlar la justicia. Durante su gobierno, Javier Díaz Verón, vinculado al poder político y empresarial de Cartes, fue designado fiscal general del Estado. Ante las sospechas de enriquecimiento ilícito y tras el rechazo ciudadano, Díaz Verón dejó el cargo. Su sucesora, Sandra Quiñones, fue designada por Cartes, a pesar de estar en el puesto 60 entre los candidatos para el cargo, según audios filtrados del caso de Óscar González Daher.
Cartes, siempre tuvo claro el poder de la opinión pública, especialmente después de los sucesos de marzo de 2017. Por eso, adquirió múltiples medios de comunicación para controlar la narrativa, marcar la agenda y atacar a sus enemigos políticos. Este es Horacio Cartes: la mafia detrás del poder, quien ha tomado como rehenes al Partido Colorado, a sectores de la oposición y al propio Estado paraguayo, con el único objetivo de evadir la justicia y garantizar su impunidad.
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