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La Educación se Recibe en la Casa.

Por: el Lic. Pedro Acosta

La educación es un pilar fundamental en la construcción de una sociedad próspera y armoniosa. En estos tiempos de cambios y desafíos, es crucial comprender la verdadera esencia de la educación y cómo se diferencia de la ineducación, la instrucción y el adoctrinamiento. En el Paraguay, como en muchos otros lugares, estas diferencias pueden volverse borrosas en medio de la confusión, pero es en el hogar donde se encuentra la base sólida de la educación.

Hasta hace dos décadas, en el mundo urbano paraguayo, los valores eran pilares fundamentales en la crianza de los niños. La ayuda mutua, el servicio al prójimo, el respeto hacia los mayores y los valores relacionados con el trabajo eran atributos sociales que moldearon nuestra sociedad. Estos valores se erigieron sobre las cenizas de la historia desgarradora que dejó la Guerra de la Triple Alianza, y nos permitieron conocer un Paraguay progresista y con una mentalidad sudamericana única, caracterizada por su Libertad e Independencia.

Los primeros pasos y las primeras palabras de los niños estaban ligados a las enseñanzas de los abuelos y las madres, especialmente porque la población masculina fue diezmada en la guerra. Las sabias palabras del “Arandú Ka’aty” eran fuentes de sabiduría sobre un comportamiento decoroso hacia los demás y la sociedad en general. En las escuelas, los niños acudían para aprender las letras y las matemáticas, así como para recibir instrucciones que les serían útiles en sus vidas personales y profesionales. El respeto hacia la profesión de maestro, con su profundo legado social, era de la más alta estimación en una sociedad en crecimiento y desarrollo.

El "Arriero Porte" también representaba una forma de vida inculcada por nuestros padres de esa época pasada. Este concepto implicaba comprender y discernir situaciones, además de poner manos a la obra para ayudar al prójimo y a la comunidad. Esto era educación, la que se aprendía en casa, en la que se cultivaban valores como el respeto por aquellos que se esforzaban por llevar el pan de cada día a sus hogares.

Hoy en día, algunos padres parecen haber perdido el rumbo en su enfoque de la educación. Exigen a los maestros que eduquen a sus hijos como si fuera la única responsabilidad de los docentes, pero ¿cómo se comportan en casa? La falta de restricciones en el uso de dispositivos electrónicos por parte de los niños, la falta de metas claras y la ausencia de límites se reflejan en nuestra sociedad paraguaya, que enfrenta un alto nivel de fracaso educativo. La falta de autocrítica por parte de los padres, que a menudo buscan culpar a la política o a la falta de infraestructura, debe ceder paso a una reflexión más profunda.
En última instancia, la educación comienza en el hogar. Los padres son los principales modelos a seguir de sus hijos y tienen la responsabilidad de inculcar valores como el respeto por los demás y el amor por la patria. Los padres tienen el poder de forjar a las futuras generaciones, otorgándoles la llave que abre las puertas más restringidas: la llave de los valores. Criar a un hijo con valores sólidos es una tarea que debe abordarse con seriedad y responsabilidad.

La prepotencia y la exigencia desmedida hacia los maestros no son la solución. Los padres deben reflexionar sobre su papel en la educación de sus hijos y reconocer que la verdadera educación comienza en casa. Es hora de tomar decisiones conscientes y trabajar juntos como sociedad para construir un futuro en el que nuestros jóvenes sean educados, respetuosos y valiosos miembros de la sociedad. El legado es claro: podemos criar vagos e irresponsables o personas con valores, y depende de nosotros elegir el camino correcto.
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